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CHRYSAORA

GUITARRISTA

Había una vez, una hermosa bebé recién nacida con características algo peculiares. Esta pequeña niña había nacido siendo mitad humana y mitad medusa, al ser hija del dios Poseidón, el señor de los mares y de una bella mujer. Chrysaora fue el nombre que se le dio, al ser el tesoro de su madre y la pequeña guerrera de su padre. Sin embargo, poco después de nacer, la diosa Atenea había castigado a su madre y la había convertido en una gorgona, en un monstruo. En consecuencia, su madre dejó de ser la cariñosa y bella mujer que antes había sido, ahora estaba amargada y no soportaba ver a su pequeña hija, ya que le recordaba el pasado al que no podía regresar.
Chrysa se convirtió en una reconocida semidiosa de las medusas; era educada e inteligente, seguía las reglas al pie de la letra, ayudaba a su madre con las tareas cotidianas y podía pasar horas nadando en el mar. Además, por las noches tocaba melodías con su guitarra para que las medusas pudieran dormir tranquilamente. Chrysa era muy feliz con su vida tal y como era, o por lo menos eso era lo que creía, hasta que un día todo cambió.
A Chrysa le gustaba quedarse despierta hasta tarde para poder salir a su balcón y observar las estrellas, ella siempre había soñado con viajar a otros planetas e incluso a otras galaxias, pero su madre siempre le decía: “Tu deber es quedarte a mi lado Chrysa, jamás podrás salir de aquí porque no quiero arriesgarme a que a ti igual te castiguen, no dejes que sueños imposibles como esos te desvíen de tus responsabilidades.”, por lo que ella terminó sintiendo que sus intereses no importaban. Sin embargo, ese día notó algo raro al estar observando la Nebulosa del Cangrejo, una galaxia creada con los restos de una supernova.
Ella pudo ver un destello color azul que parecía estar haciéndole señales para comunicarse con ella. De inmediato, Chrysa fue por su telescopio y al observar por el lente, vio a un chico bastante guapo de más o menos su misma edad que estaba haciéndole señas con un tipo de linterna. Justo después, vio como el chico salía de un castillo y se dirigía hacia un gran almacén donde parecía que guardaban las naves. Chrysa estaba algo nerviosa porque no sabía lo que estaba pasando, pero la curiosidad la obligaba a seguir observando.
En menos de 10 min, la nave del chico se encontraba frente a su balcón, este abrió una de las compuertas y le dijo: “¿Quieres venir? Chrysa se quedó callada por unos segundos, si antes no estaba nerviosa ahora claro que lo estaba, pero su corazón le decía que no tenía que dejar pasar esta oportunidad y le respondió al chico con un tímido “Sí”.
El chico le dijo que su nombre era Calappa y que él era hijo de Atenea, por lo que Chrysa se sintió un poco triste y abrumada al ver que tuvo tan mala suerte de que la persona más increíble de que había conocido en toda su vida fuera hijo de la enemiga de su madre y la causa de casi todos sus problemas.
Desde ese día, Calappa y Chrysa comenzaron a verse a escondidas cada noche sin falta, hasta que un día sus madres los descubrieron y decidieron encerrarlos para que ellos jamás pudieran volver a verse. Después de llevar tanto tiempo juntos, ellos se enamoraron perdidamente, entonces Calappa y Chrysa tuvieron que tomar la difícil decisión de escapar.
Al llegar a una nueva galaxia, Calappa y Chrysa se casaron y se escondieron por un tiempo, hasta que a Chrysa le dieron la oportunidad de su vida, entrar a una banda.
Chrysa se concentraba tanto cuando tocaba que se olvidaba de todo lo demás y cuando se dio cuenta ya tenía a todo un público aplaudiéndole. En eso, llegaron un robot y una estrella, los cuales le preguntaron si quería unirse a su banda y Chrysa extremadamente emocionada dijo que sí.

CHRYSAORA: Características
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